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martes, 1 de marzo de 2016

SUIZA un tren de chocolate y queso.

Suiza para ‘chocoadictos’


De un 'spa' de cacao en Ginebra a los famosos 'macarons' del café Sprüngli, en Zúrich



Elaboración de los 'macarons' Luxemburgerli en el café Sprüngli, en Zúrich
Elaboración de los famosos 'macarons' Luxemburgerli en el café Sprüngli, en Zúrich











Suiza, país asociado a la elaboración del mejor chocolate –lo hay de todos los colores y formas–, es, además, tierra de chocoadictos: más de la mitad de la producción nacional se consume in situ, dentro de sus fronteras, así que parece el lugar más indicado (también) para saborearlo. Y no resulta difícil: se organizan experiencias asociadas al chocolate por todo el país, desde las típicas visitas a las fábricas donde se elabora hasta centros terapéuticos donde sumergirnos en una bañera con chocolate como si fuésemos un picatoste o un tierno cruasán, con efectos rehabilitadores garantizados.

Cuando el extremeño Hernán Cortés trajo a Europa el primer cargamento de cacao de Centroamérica no podía ni imaginarse la demanda que llegaría a tener aquel producto tan extraño. Los españoles, y en seguida otros europeos, empezaron a sufrir una sed insaciable de la bebida dulce elaborada con él. La versión sólida llegaría más tarde. Desde entonces, todos los países tienen su propia tradición chocolatera, pero pocos están tan identificados con el producto como Suiza, donde es uno de los ingredientes estrella de su gastronomía y uno de sus grandes reclamos turísticos. Aquí se concentran las marcas más populares del mundo.

La fama del chocolate suizo se remonta al siglo XIX gracias a pioneros como François-Louis Cailler (1796-1852), Phillipe Suchard (1797-1884), Henri Nestlé (1814-1890), Jean Tobler (1830-1905), Daniel Peter (1836-1919) y Rodolphe Lindt (1885-1909). Cailler fundó la primera fábrica de chocolate en 1819, cerca de Vevey. Daniel Peter le añadió leche en 1875 y Lindt inventó la máquina caracola, que aireaba la masa mientras le daba vueltas, lo que permite que el chocolate se derrita en la boca.

01 Un tren de chocolate (y queso)



El tren de chocolate circula desde desde Montreux hasta la fábrica de Cailler, en Broc (Suiza).
Una prueba del valor del chocolate como atractivo turístico en Suiza es que existe hasta un tren del chocolate, un viaje que debería evitar todo el que esté a dieta. La experiencia nos llevará desde Montreux, en la llamada Riviera suiza, hasta la fábrica Cailler-Nestlé, en Broc; ida y vuelta en un vagón coche-cama de la belle époque. El trayecto discurre por la región de Gruyères (sí, la del famoso queso) hasta la cuna del fino chocolate con leche suiza.

El viaje, en primera clase, incluye un típico desayuno suizo nada más partir de Montreux, con café y cruasanes; una parada en Gruyères, con excursión y visita de la quesería, y, por supuesto, una visita a la fábrica de uno de los chocolates más famosos de Suiza: laCailler-Nestlé, donde al final, como es de esperar, se pueden degustar y comprar sus especialidades. 

02 Lugano, historia y cata



Grand Café Al Porto, abierto en 1803 en Lugano (Suiza).
Lugano propone un recorrido por la historia del chocolate, con degustación incluida, en el Museo del Cioccolato Alprose. Situada a orillas del exuberante lago de Testino, bordeado de montañas, la ciudad más grande del cantón de Tesino es también el tercer centro financiero del país. Pero además, Lugano es una ciudad muy animada, llena de tiendas y terrazas y por supuesto, de chocolate.

El museo es imprescindible para viajeros adictos al chocolate, especialmente si se viaja con niños. Aquí se explica la historia del chocolate, se muestra su elaboración y se puede catar gratis. La tienda, astutamente, cierra media hora después que el museo. Se llega en el tren de Ferrovia Ponte Tresa. El museo recibe unos 180.000 visitantes al año.

Para viajar al ambiente de otros tiempos, se puede visitar el Grand Café Al Porto, en activo desde 1803. Es toda una regresión al lujo de otra época, con paneles de madera pulida y lámparas con forma de piña. Arriba está el Cenacolo Florentino, decorado con frescos, en otros tiempos refectorio de un monasterio.

03 'Spa' de chocolate en Ginebra



Baño terapéutico de chocolate en el salón After the Rain, en Ginebra (Suiza). / YU YANG

After the Rain es un spa urbano de Ginebra. Un remanso de paz en pleno centro de la ciudad donde los amantes del cacao pueden dejarse envolver en cremoso chocolate con leche o, mejor todavía, darse un buen chapuzón en un baño de chocolate. La experiencia cuesta unos 180 francos suizos (165 euros) por 30 minutos de experiencia chocolatera extrema.

Dos referencias complementarias a esta dulce inmersión son, también en Ginebra, Rhône(Rue de la Confédération, 3), un salón de té que desde 1875 permite disfrutar de unos magníficos dulces para acompañar el chocolate (también tiene tienda de bombones), así como Martel (Rue du Marché, 8), otro clásico que remonta sus orígenes chocolateros a principios del siglo XIX. Siempre muy concurrido, es un sitio perfecto para hacer una pausa ya que, además de saborear excelente chocolate caliente con pasteles, se puede pedir un sándwich o una copa.

04 Broc, tradición chocolatera



Elaboración artesanal en la fábrica de Cailler, en Broc (Suiza).
En Broc se realiza una de las elaboraciones más famosas y con más tradición de Suiza. En este pueblo de la zona de Gruyères se encuentra la fábrica de Cailler, uno de los chocolateros más antiguos del país, fundada en 1825. Esta factoría acumula y muestra historia y anécdotas, y expone sus productos al visitante, que es invitado a demostraciones, como la de la elaboración de sus famososBranchs. Además, venden artículos con defectos de fabricación 80 metros más arriba. La fábrica estñá muy concurrida los fines de semana y en vacaciones pero el resto de los días se puede disfrutar tranquilamente. Se encuentra 2 kilómetros al norte de Gruyères y para llegar solo hay que seguir los carteles de Nestlé.

También merece la pena acercarse a Bulle, principal centro de transportes de la zona situado a 5 kilómetros al noroeste de Gruyères, y echarle un vistazo a su château del siglo XVIII (ahora sede de oficinas administrativas) y al Musée Gruérien.

05 Dulces virutas en Friburgo



Vista de la ciudad de Friburgo, en Suiza. /COTESEBASTIEN
Friburgo es famoso por dos productos: la cerveza y el chocolate. La fábrica de cerveza Cardinal, la más típica de la ciudad, cerró hace unos años –su museo permanece abierto al público– pero el chocolate sigue produciéndose con toda su cremosidad. Un edificio de ladrillos rojos y color caramelo es la sede de la fábrica de chocolate Villars, en activo desde 1901. Es conocida por sus tabletas elaboradas con la cremosa leche alpina de Gruyère, las têtes au choco (cabezas de mousse cubiertas de chocolate). La fábrica está cerrada al público, pero se puede entrar en su cafetería-tienda, a la que acuden los lugareños en masa a por chocolate a precio de fábrica y a saborear una taza caliente, tocada con nata y virutas.

Y ya que estamos en Friburgo, podemos visitar otros museos menos dulces, pero igualmente interesantes. Por ejemplo, el Fri Art, de arte contemporáneo; el Museo Gutenberg, que rememora la historia de la imprenta, o el Museo suizo de la Marioneta, tan típicamente suizo como el propio chocolate.

06 Un chocolate en el Sprüngli



Café Sprüngli, en Zúrich (Suiza).
ECafé Sprüngli es el epicentro de la Suiza más dulce. Está en Zúrich, muy céntrico, cerca de la estación central, y desde 1836 los clientes se sientan en sus mesas a tomar pasteles, chocolate y café. También sirven almuerzos ligeros y nadie debería irse sin visitar la tienda de chocolates que hay doblando la esquina, en Paradeplatz. Hay otras sucursales de Sprungli en las principales ciudades suizas, pero ninguna es como la original. Especialmente irresistibles son sus Luxemburgerli macarons.

A las afueras de Zúrich se encuentra otra de las fábricas históricas y típicamente suizas, la de Lindt. Se puede visitar y al final ofrece una degustación ilimitada. Y para otra gran experiencia chocolatera podemos reservar en Kronenhalle (Rämistrasse, 4), legendario restaurante, famoso por sus platos, su colección de arte y, fundamental en esta ruta, por su mousse de chocolate: los expertos la califican como la mejor de Suiza.

En la Zúrich moderna, eficiente centro financiero del país, no todo es precisión y trabajo. Después de tomarnos el chocolate en Sprungli podemos acercarnos a la animada y vanguardista Züri-West. Nos llevaremos una sorpresa con su vida nocturna y con el ambiente casi berlinés de esta zona alternativa que ocupa dos antiguos barrios obreros. El centro de todo es la Kultermelle, la Milla de la Cultura.

07 Chocolate con estilo



El restaurante de estilo vienés Schuh, en Interlaken (Suiza).
En la ciudad de Interlaken, el café de estilo vienés Schuh nos propone aprender a hacer chocolate en los talleres que organiza varias veces por semana. Famoso por su repostería, sus pralinés y la terraza que da al parque, en la carta de Schuh están todos los básicos, desde rösti hasta curry amarillo. Las clases de elaboración que imparten los miércoles y sábados –a las 17.00– son muy divertidas.

08 Las trufas de St. Gallen



Terraza en el centro histórico de St. Gallen, en Suiza. / BODENSEE TOURISMUS
La Chocolaterie, en St. Gallen, es famosa por su chocolate a la taza, sus pralinés y sus irresistibles trufas. Ocupa una casa con entramados de madera enfrente de la catedral y ofrece un chocolate exquisito, tanto en tableta como para beber (frío o caliente). Además de para degustar el mejor chocolate, la Chocolaterie (Gallusstrasse, 20) es perfecta para conocer el proceso de fabricación del dulce suizo por excelencia. Si la planta de arriba alberga un café, en la planta baja se encuentra el taller donde se puede ver, en directo, el trabajo del maestro chocolatero e incluso crear obras propias.

09 Dulce trilogía en Neuchatel



Chanclas de chocolate de la confitería Wodey Suchard, en Neuchatel (Suiza).
En la fabricación artesanal del mejor chocolate suizo hay tres direcciones que no se pueden obviar. Las tres están en Neuchatel, en la Rue du Seyon y a pocos metros una de la otra. Se trata de las confiterías Walder,Wodey Suchard y Schmid, las tres de gran renombre. Sumadas a pastelerías, restaurantes, bombonerías y fábricas artesanales, hacen que el chocolate sea una de las mejores razones para visitar esta ciudad cercana a Berna, al noroeste del país.

Neuchatel es la ciudad donde nació la compañía Suchard, una de las más emblemáticas de Suiza, aunque quizá sea más conocida por su producción relojera que por su tradición chocolatera. En cualquier caso, los visitantes no salen defraudados al visitar esta ciudad de elegante casco antiguo, relajados cafés, una agradable ciudad universitaria e incluso una enérgica commune libre.

10 Minipistas dulces para terminar



Talleres de elaboración artesanal de chocolate en la fábrica de Frey, en Buschs (Suiza).
Repartidas por toda Suiza podemos encontramos centenares de referencias con aroma a chocolate que, además de las ya indicadas, conviene añadir para redondear una perfecta ruta dulce por el país helvético.

En Lausanne, a orillas del Lago Lemán, Blondel Chocolats fins es una pequeña joya chocolatera fundada en 1850 que respeta al máximo la tradición suiza en la elaboración de sus chocolates. Cuentan con más de 120 creaciones de auténtico chocolate artesano.

En Lucerna encontramos Confiseur Bachmann, una de las confiterías suizas con más renombre, que cada día prepara sus productos manualmente a partir de ingredientes de primera calidad. Complemento perfecto al visitar una ciudad con fama de ser una de las más bellas de Europa. Tiene un centro medieval bien conservado, y un entorno inigualable entre montañas de ensueño que se reflejan en un lago azul cobalto. Son célebres su festival y sus actuaciones musicales a lo largo de todo el año.

En Winterthur, la Confitería Vollenweider presume de haber elaborado los únicos bombones de chocolate con leche que han viajado al espacio como parte del equipaje del astronauta suizo Claude Nicollier. Aunque el nombre de la ciudad nos recuerde a una compañía de seguros (allí se fundó), es famosa sobre todo por sus magníficos museos.

En Flawil podemos visitar Schoggi Land Maestrani(algo así como el País del Chocolate de Maestrani), considerada una auténtica maravilla por los expertos en cacao: cuenta con una galería-museo, audiovisuales que muestran la fabricación artesanal y, por supuesto, la posibilidad de saborear el mejor chocolate.

En Buschs encontramos Chocolates Frey, fábrica que asegura tener la receta original para la fabricación del verdadero chocolate suizo y que, por tanto, se convierte en parada obligada de esta ruta (para comprobarlo).

En Zug, la Confitería Speck vende catorce tipos distintos de chocolate, además de otras especialidades dulces de esta ciudad del centro de Suiza, como sus célebres tortas de cereza (kirschtorte). Zug es una típica villa de calles medievales adoquinadas a orillas de un lago y rodeada de montañas, pero además es la ciudad más rica de uno de los países más caros del mundo.

Nota original, AQUÍ.

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